Ayer martes 15 celebramos la Asunción de la Virgen, un hecho importante que simboliza la subida al cielo del cuerpo y alma de María junto a su hijo Jesucristo. Este importante episodio en la historia bíblica y cristiana, fue representado por la Sección Inicial el pasado viernes.

A las 12:00 de la mañana los cursos se apostaron en el patio central donde un gran telón cubría el medio del lugar. En aquel telón, nubes de papel contenían escritos algunos conceptos y valores propios de nuestro carisma, los cuales fueron pedidos nuevamente a nuestra Buena Madre en su fiesta. Respeto, sencillez, humildad, generosidad, perseverancia, pobreza, caridad, pureza, obediencia y oración.

Niños y niñas de varios cursos protagonizaron la historia de la Asunción, narrada por la tía Bernardita Quero. La Virgen María y muchos ángeles fueron encarnados por los pequeños y pequeñas. Finalmente la bendición final fue otorgada por el Hermano Feliciano, quien invitó a todos a revalorizar su compromiso con María y su amor incondicional.

La Asunción de la Virgen es una fiesta patronal para nuestra congregación, ya que “Amar a María, servirla y propagar su culto, fue uno de los fines que San Marcelino Champagnat se propuso al fundar la Congregación de los Hermanos Maristas”, señala el Hermano Ángel Gutiérrez Gonzalo en el diario "El Andino" de los Andes, en una columna publicada el pasado lunes 14. Él señala que María es "la primera superiora" y nuestra buena Madre. 

La constitución de los Hermanos Maristas, señala en el articulo 74 que: "A ejemplo del Padre Champagnat, acudimos a María como el niño acude a su madre. Estrechamos nuestra relación con ella por la oración y el estudio de la doctrina mariana. Sus principales celebraciones, en particular la Asunción, fiesta patronal del Instituto, son tiempos privilegiados para intensificar la devoción a nuestra Buena Madre"