“Venir al colegio el sábado es un sacrificio”, me aseguró un niño antes de comenzar a correr para no ser golpeado con el balón. Jugar lo hace ameno. Hace recordar la sutileza de la enseñanza y otorga la liviandad del entendimiento. Puede que venir un sábado sea un sacrificio, pero de seguro también es una oportunidad para profundizar más en la amistad y el encuentro con uno mismo.

El sábado 14 de mayo se realizó en nuestro colegio el encuentro de grupos juveniles organizado por el Decanato Yungay, formación de catequistas espirituales agrupados en torno al barrio Yungay y sus alrededores. El Instituto Alonso de Ercilla forma parte de dicha creación, en la que parroquias, iglesias, colegios, juntas de vecinos se reúnen y colaboran en torno a la misión evangelizadora de Jesús.

La instancia fue realizada a raíz de Pentecostés, los cincuenta días celebrados después de Pascua, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles.

La actividad comenzó a las 16:00 horas. Los primeros en activar los músculos y las ganas de los asistentes, fueron los miembros del Grupo Scout. Sus dirigentes organizaron juegos para vincular a los jóvenes y comenzar a formar los primeros lazos entre ellos.

Al terminar los juegos, la instancia continuó en el gimnasio. Miembros del Decanato dirigieron. La única mujer del coro, presente para acompañar la jornada, tomó el micrófono y pidió  dos voluntarios. Un alumno y una alumna subieron a la tarima del escenario. Así entonces, la mujer cantó y bailó. Para sorpresa de los asistentes –profesores, alumnos, alumnas, niños, niñas, entre otros- todo el gimnasio movió los pies al menos una vez.

Terminado aquello, los jóvenes se distribuyeron en grupos para reflexionar en torno al encuentro con Jesús. ¿Dónde se encuentra Jesús? ¿Dónde lo vemos y reconocemos? Fueron las preguntas para contestar. Cada grupo, escribió en un papel sus conclusiones y luego las compartieron con los demás.

Después de la última presentación, llegó a la actividad San Pedro –interpretado por un miembro del Decanato- para invitar a los jóvenes a no tener miedo, a través del relato de su propia experiencia. El personaje realizó un monólogo que durante cerca de 15 min mantuvo la atención de todos.
Al finalizar, en una de las paredes del gimnasio se encontraba el “Contrato del Día” a plazo indefinido entre el Espíritu Santo y los jóvenes.

En aquel contrato se especificaron las labores y deberes de cada parte. Por un lado los jóvenes “se comprometen a seguir y anunciar que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida”, mientras que el Espíritu Santo “entregará los dones de forma gratuita, para el ejercicio de la misión encomendada”.

La jornada finalizó con la firma de dicho contrato y la posterior misa de Vigilia de Pentecostés organizada por el Grupo Scout de nuestro colegio. En ella se recalcó la misión evangelizadora y lo importante que es mantenerse unidos como Iglesia. El encuentro fue organizado por el Departamento de Pastoral, el Departamento de Solidaridad en conjunto con el Decanato y los grupos juveniles.